sábado, 24 de septiembre de 2016

Contribución de una transfeminista materialista acerca de la validez del símbolo de la castración como herramienta de combate en el activismo feminista


Aviso de contenido: Disforia, mención de la violación, violencia médica a personas trans e intersex, transmisoginia

Por Rosabella

Nosotres somos personas trans (marxistas, anarquistas, etc) en una lucha desde un punto de vista de hegemonía cultural, qué quiere decir esto?

Esto quiere decir que tenemos la necesidad de hacer frente juntes contra las representaciones y símbolos de la ideología dominante. Pero, debido a ciertos posicionamientos artísticos en el activismo con respecto a la mutilación de penes: ¿Qué significa a día de hoy la representación de un pene cortado, descuartizado o quemado?

Cuando sabemos que la mutilación de penes forma parte de la violencia de la ideología de la norma binaria, que esta mutilación se inscribe en una práctica corriente para que las identidades "problemáticas" entren en las 'cajitas' imprescindibles para el buen funcionamiento del capitalismo patriarcal, que esta mutilación es sufrida más todavía por las personas intersex (no pueden decir no porque son mutilades al nacer), cuando sabemos todo eso, cuando sabemos los efectos psicológicos que tienen por un lado las expectativas del cuerpo médico/psiquiátrico sobre la mutilación de transfemeninas y por otro cómo este simbolismo es empleado en el activismo feminista mainstream, no podemos hacer oídos sordos.

Por supuesto que la cuestión de la violación es importante abordarla (siendo la castración el castigo máximo para el agresor) pero... en tanto que transfemenina que ha sido violada, ¿debería pues, odiar mi pene? Al principio yo estaba en esta percepción de las cosas pero después me he dado cuenta de la auto-mutilación psicológica que he ejercido contra mí misma a cuenta de esto.

Entonces ¿tengo que seguir odiando mi pene? ¿tengo que seguir aceptando que estas imágenes me asignen un rol enemigo porque tengo un pene?

Págame un viaje a Tailandia para que pueda tener una vagina funcional que me dé placer también y luego ya si eso hablamos (pero ni a ese precio traicionaría a mis hermanas).

Disculpad esta disgresión, ¿por dónde iba? Ah, sí! Hablaba de un punto de vista materialista y de una lucha que se sitúa en el centro de la hegemonía cultural. Si queréis que luchemos juntes, es necesario interrogarse sobre estas cuestiones porque aparte de ser una concepción fetichista y estática del símbolo (no alterado por las contradicciones históticas, como si cortar penes fuera un símbolo universal contra la violencia masculina), existe esta necesidad de saber la repercursión de esta imaginería y sobre en qué repercute, porque queráis o no, estos símbolos sirven a la ideología de las normas de género.

Si rechazáis efectuar una autocrítica sobre estas cuestiones, la escisión en el movimiento tendrá lugar y será tan dolorosa para vosotres como para nosotres, porque sólo las personas trans juntes (transfemeninas, transmasculinos, no binaries) podremos ganar la lucha contra la ideología de la normatividad de género.

Separades seremos débiles y perderemos seguro.

No seáis más izquierdistas que les izquierdistas.